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Funciones de un corrector de estilo

¡Atención! Estás a punto de conocer a las funciones de quien puede ser tu próximo gran compañero de trabajo. Si has llegado a este artículo porque has finalizado tu libro, tu investigación, o porque trabajas en una compañía que requiere de publicaciones de textos de diferente tipo para poder funcionar mejor, te damos la bienvenida.

¿Te ha sucedido que te empeñas mucho en escribir bien un texto, pero aun así no consigues que te guste? Quizás piensas que debes ampliar tu léxico y ya, y para ello te zambulles en Wordreference en busca de los sinónimos que te saquen del apuro. Pero no, todavía sigues allí en el estancamiento.

El corrector de estilo es un profesional que casi siempre trabaja a la sombra y que, por eso, a veces, la importancia de su labor no es bien dimensionada. Al hablar de publicaciones de libros y de materiales de lectura, el rol de un corrector de estilo es fundamental e imprescindible.

A continuación, te contaremos a qué se dedica concretamente un corrector de estilo profesional y por qué deberías considerar contratar sus servicios en lugar de utilizar un corrector de estilo online.

En primer lugar, debemos asumir que, si tenemos la intención de publicar cualquier texto, sea un libro de ficción o una página web, nuestro destinatario es, con seguridad, muy importante para nosotros. El corrector de estilo cuida del texto y de su autor, pero también, y principalmente, cuida del lector.

Para decirlo de forma simple, el corrector de estilo es el profesional que se dedica a la corrección de textos. Dado que todo texto se escribe con uno o varios objetivos específicos, la corrección ayuda a alcanzarlos de una manera más eficiente.

Partiendo de esta base, no debes temerle a la intervención del corrector en tu texto. A pesar de que comúnmente se le conozca como corrector de estilo, lo único que procurará no alterar de manera alguna es el estilo del autor.

Si entendemos que el estilo es la marca personal del escritor, el corrector irá modificando y solucionando problemas lingüísticos procurando que ese distintivo destaque aún más. La función principal del corrector es optimizar el estilo, y para hacerlo debe respetarlo.

En oposición a lo que mucha gente piensa, no es función del corrector de estilo dar su opinión sobre el manuscrito, ni hacer un análisis del libro, ni sugerir cambios estructurales que sobrepasen lo estrictamente lingüístico, ni analizar personajes, ni la trama, ni proponer la eliminación de un capítulo. Para eso existen los informes de lectura, otro tipo de servicio. Si quieres saber más sobre esto, visita este post.

El corrector no es un juez que pueda sentenciar si un estilo es bueno o malo. Incluso, podríamos debatir si el estilo es algo susceptible de ser evaluado como bueno o malo. En todo caso, el mejor estilo es el que sienta más cómodo a cada autor. Son los autores quienes deben conocer cuáles son las formas lingüísticas de su conveniencia.

Quizás un autor cultiva un lenguaje oscuro, con muchos rodeos y frases largas; mientras otro busca claridad, sencillez y precisión utilizando frases cortas. Eventualmente, el autor podrá decidir si cambiar el estilo o mantenerlo, y el corrector estará preparado para cuidarlo y mejorarlo. Una vez que el texto haya pasado por las manos del corrector, el autor debe poder reconocerlo.

Pues bien, hasta ahora solo hemos dicho lo que no debe hacer un corrector de estilo. Es que nos pareció importante porque sabemos que existe mucha confusión acerca de qué es lo que como autores debemos esperar de su parte. Entonces ¿qué es lo que sí corrige un corrector de estilo?

Como dijimos al principio, la función del corrector es la corrección del manuscrito, y esto no implica una reescritura. Enfoca su tarea estrictamente en el aspecto lingüístico. Entonces, se encarga de todos los problemas de la redacción que surgen a partir del uso inconveniente e incorrecto del lenguaje. Así, corrige faltas de ortografía, errores de puntuación, incoherencias, repeticiones, oraciones mal construidas, errores de teclado, dobles espacios, etcétera.

En consecuencia, la tarea del corrector debe ser discreta, imperceptible. Su trabajo es allanar el terreno para facilitar la lectura del texto al mismo tiempo que cuida de la obra y del estilo del autor.

Es probable que te encuentres por ahí con que existen varios tipos de correcciones, pero en general distinguimos entre dos, uno más básico y otro más profundo.

Tipos de corrección

La corrección ortotipográfica y gramatical es la más básica. Contemplará solamente los errores ortográficos y de puntuación, y unificará los criterios de normalización respecto a la utilización de comillas, tildes, negritas, cursivas, citas (APA, ICONTEC, Vancouver, entre otras), etcétera. Si eres un escritor exigente, debes ser consciente de que una corrección de este tipo puede dejar pasar erratas que no deberías permitir en tu obra.

Solo tiene sentido si quisieras someter tu texto a una corrección de último momento, sabiendo que en una etapa previa recibió una corrección más profunda y rigurosa. La única ventaja de la corrección ortotipográfica es su bajo coste y su rapidez en la entrega.

La corrección de estilo, en cambio, va más allá. Además de los errores que soluciona la corrección ortotipográfica, sugerirá cambios que puedan mejorar la formalidad y la estructura del texto. Se trata de una revisión lingüística atenta también a la semántica, para que el texto comunique su mensaje con efectividad al destinatario al cual apunta.

Todo texto que resulte importante para nosotros debería recibir una corrección de estilo, ya sea este un libro de cuentos, una novela, una página web, un documento legal, un TFG o un TFM. Para la gran mayoría de los casos, una corrección ortotipográfica resulta insuficiente.

Y ni hablemos de lo catastrófico que puede llegar a ser confiar solo en un corrector ortográfico virtual o en un corrector de estilo online. Por mucho que avance la inteligencia artificial en este campo, jamás podrá alcanzar el grado de análisis crítico de un profesional. Sabemos que cada texto es particular, y los correctores ortográficos de softwares y de Internet solo comprenden generalidades. Puedes conocer más visitando este post.

Está claro, además, que una lectura de un texto propio con el fin de corregirlo se vuelve una tarea demasiado difícil. La mirada de un agente profesional será muy saludable para nuestro trabajo y para nosotros como autores.

Por lo tanto, además de las editoriales y los periódicos, cualquier persona que trabaje y utilice documentos importantes debería considerar contar con los servicios de un corrector de estilo. A la hora de contratarlo, asegúrate de que ha recibido formación universitaria competente. Es habitual que puedas solicitarle una prueba de corrección gratuita para que testees su forma de trabajar.

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